CÓMO VIVIR EN EL EXTRANJERO Y NO MORIR EN EL INTENTO
– PARTE 2 – SHANGHAI
Si tienes un espíritu viajero, sabes que lo más maravilloso de viajar, es la oportunidad de vivir grandes experiencias que te dejan huella. Como decía Hans Christian Andersen: “Viajar es Vivir”
Después de la primer entrega de “Cómo vivir en el extranjero y no morir en el intento – parte 1” donde Carla, Directora de Año Académico en ITEA, nos comparte su vivencia en Londres, llega el segundo relato de la mano de nuestra compañera Sylvia, quien nos cuenta cómo fue su vida en Shanghai durante 15 años!

¡Trasladarse a Shanghai para 2 años y quedarse 15!
Soñábamos con vivir en Asia, ese lejano continente y sus culturas tan diferentes, siempre nos atrajo…
Cuando mi marido me propuso en 2003 “¿Nos vamos 2 años a China?”, no lo dudé ni un segundo, hicimos las maletas y nos mudamos a Shanghai. En esa época yo imaginaba China como a ralentí, llena de chinos sonrientes, bicicletas, pagodas y templos con enormes techos y aleros, incluso alcanzaba oír los timbres de las bicis y melodías chinas de fondo.
Aun recuerdo mi llegada a Shanghai, el aeropuerto era el preludio de lo que me esperaba después… qué moderno!! ShangHai, ciudad de 20 millones de habitantes estaba llena de contrastes: desde callecitas peatonales repletas de gente hasta grandes autovías elevadas, desde tiendecitas miniatura a pie de calle hasta grandes y ultra modernos centros comerciales, desde bicis y motos eléctricas hasta automóviles últimos modelos súper lujo, desde casitas con una sola estancia donde convivían varias generaciones hasta mansiones de lo más ostentoso o rascacielos ultramodernos… Esta ciudad no tenía freno!!
¿Y los restaurantes?
¡Que lugares! Podías escoger entre millones de opciones chinas que ofrecían deliciosos platillos de Sichuan, Cantón, Hunan … sazonados con jengibre, picante, cilantro y/o soja para saborear con palillos de madera sentado en un banquito, o restaurantes western de lo más glamurosos lleno de viajeros de todas partes del mundo ataviados con vestimentas de lo más sofisticadas! Pasearse por los mercados de abastos era todo un placer… sobretodo ver la extensa variedad de verduras delicadamente colocadas en las paradas.
Que placer poder conversar con ellos y profundizar en miles de aspectos tan diferentes o desconocidos por nosotros…
Desde las religiones, la gastronomía, la medicina tradicional, los masajes, el fengshui, sus 55 minorías étnicas, la caligrafía incluso musicalmente!! Tocaban unos preciosos instrumentos tradicionales como el erhu o guzheng.
Viajar al interior del país era como regresar al pasado. Pero era allí, donde encontrabas esos ancianos labrando la tierra o yendo a por agua, tan curiosos de ver extranjeros (quizás por primera vez?)y siempre, siempre, con una sonrisa, ofreciendo algo sin tener nada.
Cada día aprendíamos algo nuevo, incluso después de tantos años, pues llevábamos el sombrero de la curiosidad y ganas de conocer. 2 años, 3 años, uno más, otro y otro más hasta llegar a 15 disfrutando de aprender y descubrir.
Descubrir otro lugar, otra gente y otras maneras, dejándonos querer por un pueblo muy diferente pero que siempre nos trató con cariño.
Esos 15 años de mi vida, esa aventura son mi mejor tesoro. No se puede valorar en dinero, pero va cargado de amigos, de imágenes, de recuerdos y de experiencias, que siempre irán conmigo, que me cambiaron y ayudaron a ser quien soy ahora.
Nunca lo olvidaré y por supuesto recomiendo cualquier experiencia en el extranjero pero no como turista, si no como viajero, con respeto y curiosidad.
👉 “Y sin olvidar que a cambio, nosotros nos convertimos en “Embajadores” de España, dando a conocer con orgullo nuestro pueblo, costumbres y alegría”. Sylvia.