CÓMO VIVIR EN EL EXTRANJERO Y NO MORIR EN EL INTENTO – PARTE 3 – Irlanda, Estados Unidos y Argentina (By Virginia Coloma)
Siguiendo con los relatos que mis compañeras Carla y Sylvia han publicado sobre su experiencia viviendo en Gran Bretaña y China, quiero contar yo la mía desde el punto de vista docente en varios países.
La docencia y particularmente la educación en el más amplio sentido de la formación de la persona siempre han sido mi motor y mi objetivo. No hay nada más gratificante que ver la evolución de los estudiantes y su continuo aprendizaje, no de las asignaturas, sino de los valores básicos de la vida. Pensar que he aportado algo en su formación y en el afianzamiento de algunos de sus principios hace que para mi, esta profesión, sea la mejor del mundo.

Con 26 años estaba dirigiendo un Colegio español en Bray un pueblecito cerca de Dublin. Sin duda esta experiencia de Irlanda la cambió mi vida para siempre y me enseñó a ver el mundo de manera completamente diferente.
Era aquella de 1985 una Irlanda gris, por el color de los uniformes de los estudiantes de los colegios, por el color de los coches, por el color plomizo de su cielo, pero era una Irlanda cálida por el trato de sus gentes, una Irlanda joven, llena de niños (4 ó 5 por familia), con ganas de crecer y entusiasmo por aprender algo de la cultura española de aquel puñado de españolitos que íbamos a invadir sus vidas.
Allí me relacioné con gente de lo más diversa, desde el personal que cuidaba diariamente el colegio (jardineros, proveedores…), con las familias que acogían a los estudiantes o con la Ministra de Educación de entonces, Gemma Hussey, que vino a inaugurar el año académico y todos hicieron gala del carácter irlandés, todos eran igual de amables, entusiastas y alegres.
Fuimos autenticos pioneros en el sistema de instaurar un colegio español en el extranjero
Fueron años muy gratificantes, profesores y estudiantes éramos una gran familia en un entorno idílico. Fuimos auténticos pioneros en este modelo, que luego replicaron otras instituciones.

Hoy en día la zona es muy conocida, muchas empresas mandan estudiantes a los programas de verano, pero entonces no había españoles y menos viviendo todo el año, entonces no era tan fácil moverse por el mundo, no había móviles, ni redes sociales, ni siquiera había fax por lo que desde el principio nos basamos en las relaciones humanas que generaron amistades tan sólidas que aún perduran a día de hoy.
Aquello si fue vivir de verdad una experiencia de inmersión. Y a pesar de que estábamos en un colegio español, me familiaricé con el sistema educativo irlandés, lo que me sirvió, más adelante, para mi trabajo.
Irlanda me regaló muchas cosas, su belleza, su sentido del humor tan peculiar, su trato digno a cualquier ser humano sin importar el status, la alegría constante de sus gentes, me enseñó que la convivencia entre dos mundos era posible, me ayudó a abrir la mente, a establecer relaciones duraderas…pero sobre todo, me enseñó a valorar y a querer otras culturas, otras formas de pensar y me abrió la puerta al mundo.
De Irlanda salté a USA en 1988 para organizar la apertura de dos colegios españoles, uno muy cerca de Boston, en Framingham, y otros en Concorde, New Hampshire.
Qué distinto era el mundo americano, las dimensiones, distancias apabullantes, prisas… nada que ver con la calma irlandesa.
Me gustó un poco más la experiencia de Concorde, era un pueblo pequeño, muy tranquilo y con un entorno espectacular. Allí me relacioné con la única escuela católica que había en muchos kilómetros a la redonda y gracias a mi experiencia en Irlanda en seguida contacté con todo el entorno.
Me gustó América, me gustó sobre todo su sistema de enseñanza, tan amplio para dar cabida a todos, tan libre para decidir que materias estudiaba cada uno, tan flexible para que cada uno fuera a su ritmo y sobre todo me gustó porque no permitían que nadie, por muchas dificultades que tuviera se quedara atrás. Los profesores eran (son) profundamente vocacionales y dedican su tiempo con alegría a sus estudiantes, trabajan mucho para inventar cada día, para crear nuevas formas de participación, para hacer las clases divertidas, interesantes y atractivas, para que ningún alumno vaya al colegio a disgusto. Potencian y desarrollan los puntos fuertes y las habilidades de los estudiantes, no hay nadie malo, hay unos mejores para unas materias y otros para otras, por lo que todos se sienten parte integrante del sistema.
Otra cosa que me hizo reflexionar sobre los métodos educativos tradicionales es que no existía ni una sola clase magistral, todo es fruto de la colaboración de todos, el profesor te incita a pensar, a razonar a acudir a las fuentes, el estudiante es una parte activa de cada una de las clases, que son absolutamente participativas Y eso era tan diferente a lo que estábamos acostumbrados en España!
Me gustó tanto el sistema que más adelante estuve durante 10 años impartiendo clases de Historia Americana y Universal en el campus que la la Universidad de Saint Louis Missouri tenía en Madrid, donde venían estudiantes americanos a hacer uno o dos semestres pero donde sobre todo había estudiantes españoles que estudiaban dos años aquí y luego iban a terminar sus carreras a Estados Unidos donde entraban directamente en el sistema Universitario y tenían acceso a carreras que aquí ni siquiera existían.
Mi última aventura docente en el extranjero fue en Buenos Aires en 1998
En Argentina también aprendí muchas cosas, quizás lo que más me llamó la atención fue ver como un colegio entero, desde los más pequeños a los que se graduaban, trabajaban por proyectos. Los estudiantes escogían un tema: el Agua y todas las asignaturas destacaban ese tema en sus clases: problemas de matemática, experimentos de física, el agua en la naturaleza, poemas y lecturas sobre el agua en las asignaturas de lengua, incluso en filosofía y gimnasia introducían el tema.
Durante 15 días todo en el colegio versaba sobre el agua, en plástica construían un spa en miniatura, y en dibujo se pintaba, en teatro se escenificaba y se decoraba el colegio entero para luego hacer una jornada de puertas abiertas y exponer todo lo aprendido a los padres y a los profesores.
Podría hablar durante horas de estas experiencias que han hecho que mi vida haya sido interesante, divertida, vocacional y de constante aprendizaje, pero quiero acabar con una recomendación:
👉 Por todo lo aprendido, soy una ferviente defensora de las experiencias en otro país, para absorber, aprender, abrir la mente, madurar y tener oportunidad de entender mejor otras formas de pensar.